Nos estamos acostumbrando a oír que la formación tanto en la
educación de nuestros jóvenes como la de nuestras organizaciones no es de buena
calidad. Y parece que esta costumbre la hacemos con una consigna fustigante de
resignación.
Por otro lado, nos dicen que mejoremos la formación de las
organizaciones cuando todos sabemos que si no es por la “tripartita” en este
país sólo un 15% de las empresas lo harían voluntariamente de modo intenso. Así
también, nos dicen que mejoremos la educación universitaria con nuevos
planteamientos como Bolonia con menos recursos aún y con aulas de más de100
alumnos. Nos dicen que mejoremos la educación de nuestros jóvenes cuando muchas
aulas son un verdadero polvorín de jóvenes sin interés obligados y poco
motivados, y con profesores en general cada vez más desprestigiados. Nos dicen
que eduquemos a los niños y en realidad más que escuelas nos encontramos
sistemas educativos que intentar paliar el problema de los horarios laborales de los padres.