En este mundo dicotómico que tanto nos gusta, listo-tonto,
guapo-feo, alto-bajo, tóxico-no tóxico, no caben puntos intermedios y como
diría un estadista no tenemos apenas diferencias para poder discriminar. ¿Acaso
no existe todo un mundo de colores entre medias de estos polos o extremos?
Indudablemente, este mundo aristotélico favorece poco a la ciencia y en general
a cualquier área o disciplina. ¿Dónde queda la variedad y la diversidad? Nos
encontramos niños que se burlan de otros por que son más gordos, porque juegan
con chicas o porque llevan gafas. Adultos que no quieren salirse de la “norma”
o incluso del “pensamiento único”, y es que la apisonadora de la normalidad
puede ser realmente destructiva.
En el contexto organizativo muchos conferenciantes solemos
distinguir claramente los términos jefe, directivo y líder. El jefe es el malo
de la película claro, el directivo lo utilizamos como término intermedio sin
connotaciones y el líder claramente el bueno. Hemos avanzado de dos
alternativas (bueno-malo) a tres. Pero aun así no hemos avanzado mucho en la
diversidad.