1) No están los tiempos para no hablar de otra cosa que no sea
actitud de negocio y alto rendimiento en las organizaciones. De hecho, quien se
descuida no lo cuenta. Quizás más que nunca RRHH tiene que estar en su más alto
rendimiento o en muchos casos en su propia transformación.
Pero ¿qué entendemos por alto rendimiento en RRHH?
En los últimos años se ha producido un
incremento significativo en el número de artículos tanto teóricos como
empíricos que abordan la cuestión de los recursos humanos (RH) desde un enfoque
macro y estratégico (Delery y Doty, 1999; Martin-Alcazar et al., 2008). La
perspectiva estratégica de los RH, que ha venido a denominarse dirección
estratégica de recursos humanos (DERH), surge del deseo de los investigadores
por demostrar la importancia que las prácticas de RH tienen en el rendimiento
organizativo. Los trabajos en esta área han ganado fuerza conforme la
literatura estratégica se ha centrado cada vez con mayor interés en los
recursos y capacidades internos de la organización (Wernerfelt, 1984; Collis y Montgomery, 1995; Teece
et al., 1997).
2) En realidad los RRHH han evolucionado en su interacción con
la estrategia y el rendimiento. Aun así, sigue siendo una máxima en muchos
entornos la vinculación más estrecha con negocio. Un tema recurrente que será
vital en los próximos años. Esta congruencia interna organizativa con el
negocio es fundamental para la competitividad.
La premisa fundamental subyacente
en la DERH se basa en una idea intuitivamente simple: las organizaciones que
adopten estrategias competitivas específicas requerirán prácticas de RRHH
igualmente específicas, que se adapten a ese contexto estratégico competitivo
diferencial (Fombrum et al., 1984; Jackson et al., 1989; Jackson y Schuler,
1985). Es lo que se ha venido a denominar perspectiva
contingente de la dirección de RRHH. Si esta premisa fundamental es cierta,
entonces la mayor parte de la diferencia que se observa entre las prácticas de
RRHH de las empresas respondería a sus diferentes opciones en el campo de la
estrategia competitiva. Organizaciones con mayor nivel de congruencia entre sus
prácticas de RRHH y sus estrategias deberían disfrutar de desempeños superiores
(Delery y Doty, 1996).
3) Sin embargo nos encontramos con tres modos de interpretar el
alto rendimiento en recursos humanos:
1. Existen unas prácticas que aplicadas a todo tipo de
negocios siempre darán buenos resultados en el rendimiento organizativo
(perspectiva universalista).
2. Existen unas configuraciones de prácticas estables que
surgen de la interacción empresa-mercado y que permiten una relativa
variabilidad en el modo de aplicar las prácticas de RRHH (perspectiva
configuracional).
3. Existen unas prácticas contingentes a la empresa y su
entorno en busca de la mayor alineación posible tanto vertical como horizontal,
e interna como externa. Por lo tanto dependerá de factores críticos como el
tamaño de la empresa, la estrategia, entre otros (perspectiva contingente).
Desde el punto de vista de la
práctica empresarial, la existencia de
las prácticas de alto rendimiento (PAR) supondría una especie de “receta mágica” para
los responsables de RRHH de las empresas, ya que implicaría que cualquiera que
fuese el contexto estratégico de la empresa, el uso de estas PAR incrementaría
el desempeño. Un enfoque contingente consideraría estas PAR sólo en el entorno
de una estrategia competitiva de diferenciación, mientras que esta perspectiva
universalista las recomienda en cualquier contexto estratégico. La
investigación, sin embargo, no ha respaldado de manera clara estas
conclusiones. Si bien la relación entre prácticas de RRHH y desempeño
empresarial parece clara (Bowen y Ostroff, 2004), la relación positiva entre
PAR y desempeño es menos evidente. Aunque la mayoría de los estudios arrojan
una relación positiva entre las dos variables (Arthur, 1994; Lawler et al.,
1995; Huselid, 1995; Delaney y Huselid, 1996; Huselid et al, 1997; Guthrie
2001), otros son contradictorios (Lee y Chee, 1996; Lahteenmaki et al., 1998;
Cappelli y Newmark, 2001).
4) Lo tentador del concepto PAR como “receta mágica” para las
empresas, así como la poca rotundidad de los estudios que las relacionan con la
performance, han originado una
pléyade de investigaciones que
intentan estudiar el papel mediador y moderador de otras variables que pueden
intervenir en esa relación PAR-perfomance.
Así, numerosos trabajos han
analizado el posible papel mediador de la estructura y calidad de las
relaciones empleador-empleado en la relación entre PAR y firm performance (Collins y Clark, 2003; Hansen, 1999; Nahapiet y
Ghoshal, 1998; Uhl-Bien et al., 2000). En la misma línea, numerosos trabajos
han analizado el papel mediador del compromiso del empleado (Lado y Wilson,
1994; Ulrich, 1998) y del clima organizacional (Kopelman et al., 1990; Neal et
al., 2005) entre las PAR y el desempeño organizativo.
Conclusión
Creemos importante señalar que los modelos expuestos de alto
rendimiento pueden no ser del todo exclusivos. En este sentido, las PYMEs
podrían aplicar la estrategia universalista garantizando que los RRHH se
aplican del modo correcto y en muchos casos en estrategia de mínimos. Sin
embargo, la profesionalización de estas PYMEs podría llevar a un modelo más
configuracional (adoptar otros grupos de prácticas homogéneos entre sí) o
incluso una relación más abierta y contingente con el mercado., modelo deseable
por su alta flexibilidad pero necesario de una alta profesionalización de sus profesionales
en RRHH.
Lo que sí está claro es que cada vez las estrategias
contingentes son más importantes debido principalmente a la rigidez de los otros
modelos ante entornos tan turbulentos como los que vivimos.
¿Qué estrategia utilizas tú de las comentadas? ¿Qué crees es necesario en los RRHH desde el alto rendimiento?
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