Yo se que son tiempos de pensar en el autoempleo, en los emprendedores y en cómo ser un país más competitivo con más y mejores empresas. Pero no deja de llamarme la atención que seamos un país generador y exportador de talento. Creo que una reflexión al respecto puede ser oportuna.
Cuando un país es excelente en sus profesionales, en sus empresas y en su competitividad, se puede permitir el lujo e incluso la generación de marca exportando talento. Normalmente incluso pasa al revés, los talentos intentas acceder a los entornos de talento. Es la estrategia de la marca del empleador o employer branding.
Pero se da las circunstancias que no somos precisamente un país ejemplar a nivel de productividad y calidad directiva, sin embargo, exportamos gran parte de nuestros mejores talentos. Mejor dicho, los talentos se nos fugan a entornos donde son más reconocidos, tienen oportunidades profesionales, se les trata con mayor respeto, y se les valoran los logros y competencias profesionales. Ante esto, poco se puede hacer. Por supuesto no hablamos de cómo se duplica o triplica el salario en la mayoría de condiciones, este es un tema ya bastante conocido. Y como sabemos que el dinero no es un motivador intrínseco, no podemos más que reconocer que tanto en lo extrínseco (dinero) como en lo intrínseco (oportunidades, reto, calidad laboral, etc) no podemos hacer nada por fidelizar o retener nuestro talento.
Hace poco supe que un amigo mío de la universidad se iba a Inglaterra (funcionario de carrera y uno de nuestros grandes talentos). Este amigo, profesor e investigador, era un profesional que sobresalía en el ámbito científico. Lo que pasa es que para valorar su talento hay que saber reconocerlo. Ni que decir, que se le ha dejado ir sin pena ni gloria a una universidad inglesa donde le triplican el salario y por supuesto donde le tratan con el reconocimiento y prestigio que merece. Me da pena cómo poco a poco son más las historias que oigo de este tipo que me hacen reflexionar sobre qué estamos haciendo para que nuestro país, sociedad y empresas sean más competitivos profesionalmente. Pero si se nos van los referentes, mala solución tiene.
Los jóvenes talentos también comienzan ya a salir fuera y a dejar España. No sólo es un tema de lo que nos cuesta la formación de un universitario, sino de si somos capaces de reconocer dentro de nuestras propias filas a los jóvenes potenciales que pueden marcar el camino de nuestro futuro. Desde luego no tenemos programas que se planteen la gestión del talento, y siempre que pasa esto la pregunta de fondo es la misma ¿acaso no será porque nuestros gerentes y políticos actuales no son conscientes del valor de la gestión del talento para el valor de un país o sociedad? Creo que una reflexión seria al respecto nos deberíamos plantear. Sobre todo porque rara vez vuelve un talento a nuestro país, de hecho te suelen contestar: “¿para qué? Volver sería perder todo mi prestigio y reconocimiento profesional. No somos un país de oportunidades ni donde se valore el talento profesional”. Creo que esta frase final que tanto he escuchado sí que merece que alguien la tome en serio, pues el joven talento es nuestro futuro en la sociedad. ¿Qué sociedad nos viene si dejamos escapar a los mejores de cada área y sector?
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