No deja de sorprenderme y fascinarme ese deporte llamado TENIS. Soy un aficionado al tenis que me encanta tirarme horas viendo partidos de diferentes profesionales. Me gustan los que arriesgan con sus golpes, me maravillan los que tienen calidad y sencillez, los que no se despeinan y ganan, y los que rugen y enervan el auditorio. Soy realmente pasional con el tenis. Pero no deja de seguir sorprendiendome este maravilloso deporte por la dependencia que tiene del equilibrio emocional del jugador. Si ya los que trabajamos el tema del coaching nos fascinó el libro sobre el juego interior del tenis de Timothy Gallwey (“The Inner Game of Tennis”) cuando uno oye hablar a especialistas del deporte, se habla continuamente del papel del juego psicológico: casi el 50%. Si alguno ha seguido algo el torneo de Indian Wells hemos visto como un todopoderoso Robredo caía casi más por su actitud que por su calidad técnica de sobra demostrada. Y, del mismo modo, Rafael Nadal ha caído hoy mismo ante el cañonero Ljubicic cuando el partido estaba casi cerrado ya para Nadal en el segundo set. ¿Qué cosas pasan por la mente y el corazón de los deportistas de élite para que se vengan abajo en el juego de alto rendimiento? Quizás la clave la ha comentado Tomás Carbonell en televisión, un comentarista exquisito (extenista) que incluso desde su ecuanimidad y saber estar, hasta él se ha puesto tenso en determinados momentos. Tomás decía que “si el partido de hoy llega a ser de segunda ronda, Rafael Nadal hubiera ganado con facilidad a Ivan Ljubicic. La presión y la ansiedad parece que le pueden en estos momentos”. Hace unas semanas JC Ferrero comentaba que su saque mejoraba porque lograba relajar los músculos del hombro antes de sacar. La tensión excesiva, el agarrotamiento ha podido con Rafa Nadal, nuestro “mentalista” que creíamos invulnerable ante la presión. Pero quien comprueba la derrota y las lesiones, después de tocar el cielo por un tiempo, se mete una dosis extra de tensión. Los heroes como Nadal sencillamente son humanos, y por eso mismo le he puesto ese titular al blog de hoy. Desde esa humanidad, el trabajo que mejor puede hacer ahora Nadal es precisamente reencontrarse con su ilusión, con su disfrute, con su saber hacer y su ponerse en reto continuo por encima de un país y por encima de un ranking. Ese si que es un trabajo para coaching deportivo, un trabajo para focalizar la inteligencia emocional y lograr el equilibrio emocional que se vincula con la musculatura fina, con la concentración y con el rendimiento deportivo. Ojalá Rafa encuentre pronto ese equilibrio emocional que le ha permitido llegar a donde está y que le hará, sin lugar a dudas, ser más aún una de las grandes leyendas del tenis.
Roberto Luna-Arocas. Bloguero, twittero (@RoberiLuna) y curioso de las personas y del talento humano. http://www.robertoluna.es. Facebook: robertolunaarocas
Presidente de AEDIPE y AEDIPE Comunidad Valenciana. Presidente de AECOP-EMCC España (coaching ejecutivo). Director del Master de Gestión del talento (www.mastergesta.es). Director de las jornadas TMT, Talento & Management Tendencias. Catedrático de Organización de Empresas en el Dpto. Dirección de Empresas (Facultad Economía, Universidad de Valencia), Coach Senior Certificado CS44. Conferenciante y Escritor. Y padre de dos hijas preciosas.
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