Hablar de aspectos positivos en la empresa
parece que se ha convertido más en una necesidad imperiosa que en un hábito. De
hecho, lo normal es todo lo contrario, donde nos encontramos expresiones de
malestar, despidos, tensión, miedo y negociaciones poco ejemplares, entre otras.
Pero el clima laboral y el bienestar del empleado en la organización sigue
siendo clave para la productividad y la competitividad de la empresa.
Cualquier director de recursos humanos nos
expresará su preocupación por el nivel de implicación de los empleados.
"Con la que está cayendo" ¿cómo conseguir mantener involucrado al
empleado con la organización?
Indudablemente, cuando se preguntan esto es
porque son conscientes de las limitaciones del dinero como motivador, al menos
como motivador intrínseco que es el que provoca productividad, innovación y
aprendizaje organizativo. ¿Cómo mantener o aumentar un clima que está depauperado
por el entorno turbulento y en crisis? ¿Cómo mantener una perspectiva a un
medio plazo cuando el corto plazo es tan acuciante y decisivo?¿Cómo conseguir
estados de implicación, de disfrute y de desarrollo cuando se reducen las
inversiones en las personas en las organizaciones? Está claro que todo esto
merma el comportamiento organizativo en gran medida, sobre todo cuando se busca
la excelencia. Y es que, dentro de las paradojas actuales, el mercado exige
excelencia y las empresas reducen los productores e innovadores de esta
excelencia, las personas. Encontrar el equilibrio entre ambos es la cualidad
fundamental de la empresa exitosa. Y ahí es donde radica precisamente la labora
actual tan delicada para discernir la verdadera contribución a los objetivos y
estrategias de la empresa y por ende al negocio.
Más allá del compromiso o la implicación, e
incluso de la motivación existe un concepto organizativo estudiado en la
literatura científica que pretende cubrir un espacio importante en la salud
laboral. Nos referimos al concepto de engagement.
Cómo es difícil su traducción lo mantendremos pero tenemos que comprender que
abarca en su visión como adjetivo: a) el empleado está
comprometido-unido-vinculado; b) el empleado está ocupado; c) o cuando entre
las personas existe un lazo o promesa de compromiso.
¿Cómo lo empleamos en términos laborales? Este
concepto lo introdujo Kahn en los años noventa implicando el grado que un
empleado estaba en el desempeño de su rol o comportamiento organizativo desde
las tres dimensiones: física, cognitiva y emocional. El empleado por lo tanto
podría estar engaged or disengaged. Kahn ofrece las dos
alternativas de la relación del empleado con su rol laboral. Obviamente estas
dos alternativas llevarán a diferentes resultados.
El trabajo de Kahn se basaba en las teorías de
Goffman de la metáfora del teatro en las organizaciones donde las personas
actúan en función de su implicación con el rol que desempeñan. Además el trabajo de Kahn se apoya tanto en
la relación de los empleados con sus tareas laborales (Hackman & Oldman,
1980) como en la combinación de las relaciones interpersonales, intergrupales y
organizativas.
De sus conclusiones se desprende que las
personas engaged son aquellas que utilizan
y expresan de modo simultaneo su
"self-preferido". Y por eso, este autor entiende que las personas en
las organizaciones tienen diferentes dimensiones de sí mismos, y que según las
circunstancias utilizarán en mayor o menor medida. Por eso se vincula con
conceptos laborales como esfuerzo, implicación, fluir, atención, plena
conciencia y motivación intrínseca.
Pero por el contrario, una persona que está en
el estado de disengagement perderá
conexiones, no estará involucrada a nivel físico, ni cognitivo ni emocional y
será pasiva, por lo tanto tendrá un desempeño de su rol laboral incompleto.
Ello puede provocar estados de conexión automática al trabajo (como un robot),
el síndrome de estar quemado, actitudes apáticas y sin esfuerzo. Esto se hace a
través de comportamientos defensivos, inexpresivos emocionalmente, con comportamientos
burocráticos, un distanciamiento laboral y un ensimismamiento en el trabajo.
Seguramente habrá ido reconociendo algunos de
los comportamientos aquí descritos. Todos tenemos ejemplos de compañeros (o
casos personales) que en diferentes organizaciones hemos vivido alguno de los
dos estados de engagement o disengagement. Y quizás la clave actual
sea primero comprender cómo estos estados conllevan toda una serie de efectos
importantes para las organizaciones. No es una cuestión de tocar la llave del dinero
o encender la luz mística de la motivación. La realidad organizativa es
multivariable o multivariante y por lo tanto compleja, requiriendo
acercamientos sistémicos y estratégicos.
Pero entonces ¿podemos saber cómo tener
empleados más engaged con nuestra
organización o incluso cómo no generar el disengagement?
De nuevo debemos buscar variables antecedentes que podamos utilizar para la
mejora del profesional en su rol organizativo. Y ahí es donde intervienen las
prácticas de alto rendimiento en las organizaciones. Prácticas que generan
percepciones en los empleados sobre la organización, sobre los equipos de
trabajo y sobre el desempeño del rol. Quizás es ahí donde tenemos que mostrar
más atención a qué estamos haciendo en variables clave que estimulan la captación,
socialización, desarrollo y fidelización del empleado en la organización.
Variables que componen lo que llamamos las claves de la gestión del talento y
que nos podrían servir como cuestionario personal y como criterio de
clasificación o análisis en su organización:
1) Su organización tiene buena imagen de marca
en el mundo laboral (captación)
2) Su organización valora la cultura, valores
y símbolos de identidad como elemento clave a compartir con los empleados
(captación)
3) Establece programas de acogida para que los
empleados nuevos adquieran rápidamente los valores y la misión de la
organización (socialización)
4) Promueve el crecimiento y mejora de los
empleados consciente que eso mejorará la innovación y el rendimiento
profesional (desarrollo)
5)Establece criterios de fidelización
monetarios y no monetarios para que se
queden los empleados clave de la organización (fidelización).
No hay mejor empresa que aquella que es
crítica con ella misma. Eso significa que los directivos son conscientes de la
necesidad de estimular una gestión del talento capaz de provocar estados de engagement en las organizaciones. ¿Ha
contestado a las 5 frases? Valores sus resultados… y póngase a la acción cuanto
antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario