Presidente de AEDIPE y AEDIPE Comunidad Valenciana. Presidente de AECOP-EMCC España (coaching ejecutivo). Director del Master de Gestión del talento (www.mastergesta.es). Director de las jornadas TMT, Talento & Management Tendencias. Catedrático de Organización de Empresas en el Dpto. Dirección de Empresas (Facultad Economía, Universidad de Valencia), Coach Senior Certificado CS44. Conferenciante y Escritor. Y padre de dos hijas preciosas.

martes, 23 de agosto de 2011

LA REVOLUCIÓN DEL TALENTO: MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS





No deja de llamarme la atención la gran cantidad de proyectos en las que se ven insertas las empresas. Muchos de ellos de tipo tecnológico o productivo. Grandes inversiones en maquinaria o tecnología punta. Por supuesto, inversiones que justifican su retorno en la competitividad de la empresa y el crecimiento de los beneficios o cuota de mercado. Estos grandes proyectos y estas grandes inversiones han sido aprobadas por las juntas directivas y por los accionistas, y en muchos casos, aunque con alguna reticencia, no dudo que todo el mundo los ha visto con buenos ojos.



He tenido la suerte de vivir procesos empresariales de lanzamiento de nuevos productos/servicios, inversiones millonarias en nuevos terminales tecnológicos y en maquinaria industrial de última generación.



Todas estas inversiones he visto que se iban al departamento de producción, al de marketing y comercial, o al de I+D, y claro todo con el visto bueno y filtro del departamento financiero. Pero ¿alguien se ha preguntado qué pintan los recursos humanos? ¿hemos considerado que todas las inversiones en maquinaria, tecnológicas, etc… todas, pasan por personas y profesionales? No deja de asombrarme cómo muchas empresas siguen sin considerar de valor el talento de sus profesionales y la inversión en los mismos. Cuando en el fondo es lo que realmente diferencia a las empresas. Al fin y al cabo, la maquinaria se compra, los procesos de producción se pueden reproducir con exactitud, la tecnología pasa de una mano a otra en las empresas en milésimas de segundo. Pero lo que no se copia es el trabajo de un equipo, su creatividad, su innovación, sus procesos sinérgicos, su capacidad de reinventar la empresa, su poder intraemprendedor.



Afortunadamente he visto muy de cerca cómo algunas empresas están en este cambio donde comienzan a valorar el talento profesional por encima del ordenador o de la máquina. Empresas que son conscientes del valor de captar y desarrollar talento, y sobre todo de sacar su máximo partido en las sinergias múltiples. La revolución del talento está aún por llegar, a pesar que pueda ser una palabra de moda. ¡No te la pierdas!



¿Qué pensáis? ¿Qué ocurre en vuestras empresas?

lunes, 8 de agosto de 2011

EL TALENTO QUE SE NOS VA… ¡Que alguien cierre el grifo por favor!

Yo se que son tiempos de pensar en el autoempleo, en los emprendedores y en cómo ser un país más competitivo con más y mejores empresas. Pero no deja de llamarme la atención que seamos un país generador y exportador de talento. Creo que una reflexión al respecto puede ser oportuna.


Cuando un país es excelente en sus profesionales, en sus empresas y en su competitividad, se puede permitir el lujo e incluso la generación de marca exportando talento. Normalmente incluso pasa al revés, los talentos intentas acceder a los entornos de talento. Es la estrategia de la marca del empleador o employer branding.


Pero se da las circunstancias que no somos precisamente un país ejemplar a nivel de productividad y calidad directiva, sin embargo, exportamos gran parte de nuestros mejores talentos. Mejor dicho, los talentos se nos fugan a entornos donde son más reconocidos, tienen oportunidades profesionales, se les trata con mayor respeto, y se les valoran los logros y competencias profesionales. Ante esto, poco se puede hacer. Por supuesto no hablamos de cómo se duplica o triplica el salario en la mayoría de condiciones, este es un tema ya bastante conocido. Y como sabemos que el dinero no es un motivador intrínseco, no podemos más que reconocer que tanto en lo extrínseco (dinero) como en lo intrínseco (oportunidades, reto, calidad laboral, etc) no podemos hacer nada por fidelizar o retener nuestro talento.


Hace poco supe que un amigo mío de la universidad se iba a Inglaterra (funcionario de carrera y uno de nuestros grandes talentos). Este amigo, profesor e investigador, era un profesional que sobresalía en el ámbito científico. Lo que pasa es que para valorar su talento hay que saber reconocerlo. Ni que decir, que se le ha dejado ir sin pena ni gloria a una universidad inglesa donde le triplican el salario y por supuesto donde le tratan con el reconocimiento y prestigio que merece. Me da pena cómo poco a poco son más las historias que oigo de este tipo que me hacen reflexionar sobre qué estamos haciendo para que nuestro país, sociedad y empresas sean más competitivos profesionalmente. Pero si se nos van los referentes, mala solución tiene.


Los jóvenes talentos también comienzan ya a salir fuera y a dejar España. No sólo es un tema de lo que nos cuesta la formación de un universitario, sino de si somos capaces de reconocer dentro de nuestras propias filas a los jóvenes potenciales que pueden marcar el camino de nuestro futuro. Desde luego no tenemos programas que se planteen la gestión del talento, y siempre que pasa esto la pregunta de fondo es la misma ¿acaso no será porque nuestros gerentes y políticos actuales no son conscientes del valor de la gestión del talento para el valor de un país o sociedad? Creo que una reflexión seria al respecto nos deberíamos plantear. Sobre todo porque rara vez vuelve un talento a nuestro país, de hecho te suelen contestar: “¿para qué? Volver sería perder todo mi prestigio y reconocimiento profesional. No somos un país de oportunidades ni donde se valore el talento profesional”. Creo que esta frase final que tanto he escuchado sí que merece que alguien la tome en serio, pues el joven talento es nuestro futuro en la sociedad. ¿Qué sociedad nos viene si dejamos escapar a los mejores de cada área y sector?

miércoles, 3 de agosto de 2011

GESTIONANDO EL TALENTO DE LOS HOMO SAPIENS: PURA INNOVACIÓN

Si es que tenemos que pensar que no hace tanto estábamos colgados de las ramas, y que en realidad es muy poquito el tiempo que habitamos este planeta tierra. Hace unos seis millones de años que nos separamos del linaje de los chimpancés, de hecho compartimos con los chimpancés un ancestro común (Bermudez, 2011). Ya sé que seguro piensa que aún queda mucho “chimpancé” suelto, pero de eso no va esta entrada de blog. Como Homo Sapiens tenemos unos 250.000 años y hace sólo unos 50.000 que salimos de Africa. Sí esa misma Africa que sangra hoy en día con las hambrunas. Que nadie se sobresalte, si en el fondo compartimos un 98,8% del genoma del chimpancé común (Nature, 2005). Y estoy seguro que alguno me dirá que ese no es su caso, no lo dudo. Pero tal y como Jose María Bermudez comenta “nos seguimos comportando como lo que somos, primates con un elevado grado de encefalización y conciencia individual, pero provistos de una sofisticada tecnología al servicio de nuestros intereses territoriales particulares y tribales” (p. 40).


Eso sí, tenemos una pinza de precisión (gracias a nuestro pulgar), un mayor cerebro y una mayor inteligencia en capacidades ejecutivas y estratégicas. Nacemos con un tamaño cerebral equivalente a un chimpancé adulto (380cc) y evoluciona hasta los 1350cc, y este gran cerebro consume un 20% de nuestra energía (no se puede generalizar claro). Además el cerebro humano puede llegar a tener 100.000 millones de neuronas y unos 100 billones de conexiones que cambian continuamente.


Hemos pasado en nuestra evolución por lo que McLean (1970) llamó el cerebro triple jerarquizado y con las áreas de Brodmann podemos identificar 51 áreas en la corteza cerebral. Hace 400.000 años que descubrimos el fuego y las diferencias entre todos nosotros (el concepto raza tal y como comenta Bermudez no tiene base científica) “tienen un origen ambiental, por adaptación a tantos y tan diferentes ambientes colonizados por los seres humanos desde hace unos 50.000 años”. Otra de las grandes revoluciones tecnológicas fue el neolítico (hace 10.000 años) con la agricultura y la ganadería. Y el conocimiento se propagó. De hecho la diversidad en el contacto de pueblos ha favorecido siempre la mayor riqueza y avance. Si el cerebro creció tanto fue precisamente por los cambios acontecidos en el clima y la necesidad de adaptarse a nuevos escenarios. Y es que como dice Bermudez, “la evolución biológica es pura creatividad e innovación”. Que nos digan que el ser humano es un ser de hábitos sólo y que no ha tenido que afrontar la incertidumbre. Si eso es precisamente lo que nos caracteriza a los Homo Sapiens, somos máquinas perfectas para afrontar la incertidumbre y adaptarnos. Y parece que fue ayer…




Nota 1. Gracias al maravilloso libro “La evolución del talento” de Jose María Bermúdez de Catro. (Ed. Debolsillo, 2011)