
He de reconocer que la lectura de este artículo me pillaba este fin de semana escribiendo un artículo científico que estoy preparando hace más de seis meses sobre lo que se conoce a nivel internacional como la nueva dirección o gestión pública (New Public Management). Me llamaba la atención unos resultados que había obtenido con empresas privadas en previas i
nvestigaciones y que estaba comparando con unos datos que tengo de la gestión pública en una entidad local y que presento en un Workshop de Recursos Humanos que organiza ESADE bajo el paraguas de la EIASM en Barcelona. Si en la gestión privada la gestión del talento tiene un gran impacto en la productividad y todo ello gracias a la implicación y compromiso que conlleva aplicar los principios de la gestión del talento, en la gestión pública, la situación es harto complicada, pues el modelo no funciona para nada igual. Surgen variables del tipo ético como el comportamiento de respeto por parte de la dirección y de la institución que complican más aún la situación, aparte de la falta de flexibilidad organizativa que impide trabajar bajo modelos de talento y sigue manteniendo modelos de análisis de puestos rígidos de principios de siglo. ¿Nadie se plantea la dirección profesional de las instituciones públicas y el gran problema del talento directivo? No es una cuestión de horas, no. ¿Cómo decirlo? Es que necesitamos una nueva gestión pública. ¿Qué opináis?
