Como una maraña, día a día nos vamos colando en el entramado
de una serie de comportamientos que nos alejan de nuestros objetivos más
generales que un buen día nos planteamos con firme convicción. Si hemos sabido
gobernar bien el timón en el tiempo, esos comportamientos nos llevarán a
nuestros objetivos. Pero si el viento y el contexto nos han hecho zozobrar más
de una vez, seguramente hemos perdido la línea a seguir. Nada mejor que un
pequeño parón para volver a recuperar la perspectiva. La mente y el cuerpo lo
necesitan pues son años duros de mensajes negativos, de contextos asfixiantes y
al final aunque digamos que somos resilientes y fuertes no dejamos de ser humanos.
Por lo tanto, por un lado está la sana desconexión. Pero por otro, más allá de
los aspectos de salud, está el volver a recuperar el timón de hacia dónde
queremos y podemos ir.
En el año solemos tener algunos espacios personales que nos
permiten volver a plantearnos nuevos retos y objetivos, o sencillamente retomar
aquellos que año tras año repetimos. Si algo bueno tiene todo esto es la
capacidad de coger perspectiva. Es decir, de poder contemplar la vida desde un
plano más abstracto y general y menos del día a día. Nuestro ritmo diario nos
carga de “deberes” y rutinas que nos impiden precisamente tener esta
perspectiva. Y, o tenemos un autocontrol exquisito diario, o es muy fácil
sucumbir. Está claro que lo ideal es que fuéramos capaces diariamente de tener
claro el horizonte. Pero ante la imposibilidad muchas veces nada mejor que
retomar el rumbo al menos un par de veces por año.
La perspectiva como tal es muy saludable pues ayuda a
relativizar aquellas cosas que en el día a día hemos comenzado a considerar
como “muy” importantes. Y que con perspectiva nos damos cuenta que no lo eran
tanto. En el fondo, el ser humano es muy adaptativo a sus circunstancias, ya lo
decía Ortega, no hay uno sin la otra. Y esas circunstancias nos hacen
olvidarnos de proyectos más globales, menos del día a día, pero seguramente más
importantes o transcendentes para todos nosotros. ¿Cómo no perder el hilo? ¿Cómo
no sucumbir? Sencillamente con perspectiva, si es que lo dice el título del
artículo.
Quién no ha vivido una situación realmente dramática
personal o familiar y se ha dado cuenta, casi de repente, de que lo que antes
era realmente intolerable o insufrible, ahora no lo es tanto. La perspectiva
ayuda a relativizar. A trabajarnos más los valores para que nos sirvan de guía
a nuestros comportamientos. Y que
sigamos siempre en coherencia con nosotros. Por lo tanto, la perspectiva
también nos ayuda a ser más fiel a nuestro propio proyecto personal.
Bueno, voy a coger perspectiva unos días, permitirme que
espacie más el blog ahora en verano, pues sólo así llegaré con renovadas
energías y pensamientos.
1 comentario:
Gracias Roberto por tus comentarios siempre oportunos. Por cierto, puedes recomendar alguna lectura que nos ayude a coger perspectiva, por favor?
Un saludo y que tengas buenas vacaciones!
Javier
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