Todos hablamos de la importancia de la diversidad en las organizaciones como factor clave de sostenibiliad y competitividad. De hecho, las empresas que gestionan la diversidad
fomentan más innovación, creatividad,
mejores procedimientos y su orientación a la calidad es mayor. Aparte, se anticipan mejor al mercado y
contribuyen a una mejora cualitativa
de los servicios finales.
Pero aún así, con todas estas ventajas, esto no acaba de convencer en el entorno
organizativo y creo varios son los factores:
(1) Uno
de ellos es el llamado pensamiento único
organizativo donde se confunde la misión de la organización con la unicidad de
pensamiento. Este error muy típico de organizaciones primitivas sigue muy
vigente en empresas poco profesionalizadas y procedentes de un enfoque
fundamentalmente más industrial de principios de siglo XX.
(2) Otro
error común es el llamado efecto clon o
igual a mi, donde muchos directivos y coordinadores escogen para sus
departamentos, áreas o proyectos a personas lo más parecidas a ellos para
provocar más sinergias. Ni que decir, que lo que supone son entornos de bajo
cuestionamiento y nulo espíritu crítico e innovación.
(3) Un
tercer error es asimilar el concepto de diverso
a raro. Esta práctica semántica
significa asumir que toda persona “diferente” sufrirá una exclusión activa en
la organización. La exclusión silenciosa es una de las claves del abandono
organizativo y de la baja productividad.
Como hemos visto, las investigaciones nos indican muchas
ventajas para la aplicación de la gestión de la diversidad. Pero también nos
encontramos con muchos frenos en las organizaciones. Las culturas tradicionales basadas en el poder y el amiguismo que
genera entornos de “confianza” en las empresas no apoyan la diversidad, sin
embargo, las culturas basadas en el talento buscan intensamente la diversidad
como ventaja competitiva.
Ya lo decía Ortega y Gasset: “los que están condenados a pensar en muchas cosas
de distinta suerte de sus convecinos, a ser de otra opinión, a ser heterodoxos,
deben economizar cuanto puedan esta su heterodoxia, para que no se tache de afán
lo que es más bien una desdicha”.
Saludos Roberto
ResponderEliminarllama mucho la atención que rozando 2012 no seamos aún capaces de vislumbrar que los puntos que detallas en tu post son de urgente tratamiento.
Cuando comento estos temas de palabra o hago relación a ellos en mi blog, la gente se dirige a mí como si fuese de otro país y no entendiesen mi idioma. En mi caso y en el de algunos más la pregunta con la que titulas tu post se convierte en afirmación sustituyendo la conjunción: pienso diferente y soy raro.
Estoy muy de acuerdo con los puntos que detallas y pienso que queda mucho trabajo por hacer en cuanto a formación se refiere, pero el profesional debería aprender a aprender, a absorber lo impartido y a aplicarlo a su negocio y dejar de tomarse la formación como algo que les saca del día a día.
Esperemos que poco a poco nuestras palabras vayan cuajando.
Gracias somo siempre por la brillantez de tus ideas
Saludos cordiales
GUILLERMO LLOFRIU
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Gracias Guillermo por tu comentario te aseguro que le di vueltas al tema de poner la conjunción o no... sin embargo me decanté precisamente por reclamar la separación entre ambas. Estamos tan necesitados de talento diverso que nadie que quiera competir en estos tiempos tan turbulentos debería dudar. Gracias de nuevo y un placer... estamos en contacto
ResponderEliminarrober