miércoles, 17 de noviembre de 2010

¿A dónde van las palabras que no se quedaron?

Fernando nació, creció y vivió en la empresa. En realidad no hizo más que lo que le habían enseñado. Ser agradecido con la vida por ponerle ese trabajo al que tanto ahínco y esfuerzo dedicó y en el que entregó su piel y su vida. Comenzó de operario, pasó por todos los departamentos, vivió las jornadas intensas sin descanso delante de máquinas que no le hablaban ni le preguntaban ni le retaban, sino que de modo despiadado le pedían una y otra vez lo mismo. Cambió de departamento una y otra vez, de tal modo que era capaz de descomponer el producto en todos sus detalles, él había estado en todos. Ascendió y se hizo alguien indispensable para la empresa, casi su emblema. Y así, día a día, ayudaba a los demás a resolver conflictos y problemas que él seguro en sus más de cincuenta años había ya vivido. Eso sí, la empresa no había cambiando nada, por eso Fernando era fuente de todo conocimiento, lo sabía todo, cada máquina, cada proceso. Si es que él había estado ahí, día tras día. Sin embargo, un buen día Fernando se hizo mayor, cumplió los 65 y le tocó el turno de dejar la empresa. La dejó y buscó sucesión. Fernando se fue, y con él muchas experiencias, trucos, vivencias, aprendizajes, … Y como dice mi amigo Silvio:


¿A dónde van las palabras que no se quedaron?
¿A dónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas,
como prisioneras de un ventarrón?
¿O se acurrucan, entre las rendijas, buscando calor?
¿Acaso ruedan sobre los cristales,
cual gotas de lluvia que quieren pasar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?
¿Y a dónde van?
¿A dónde van?


……………………………


Eso mismo me pregunto yo, ¿A dónde va todo lo que sabe Fernando? Todos sus conocimientos, aprendizajes, experiencias, sinsabores, emociones, retos, destrezas, … ¿A dónde van? ¿Qué hace la organización con eso? ¿Acaso sabe que éxiste? ¿O acaso sencillamente porque está entre las rendijas buscando calor no se da ni cuenta que alguien tiempo atrás aprendió a hacerlo bien y se lo llevó todo con él? ¿A dónde va ese reto continuo, ese ascender en el conocimiento, ese iluminarse con la sabiduría del experto? ¿Acaso nadie lo ve? ¿Acaso no le importa a nadie? ¿Y la empresa, no dice nada? ¿Deja que todo se vaya porque un cuerpo arrugado no es bien visto? ¿Deja que se escapen esas emociones diarias que forzaron el aprendizaje de Fernando? ¿Nadie se quedó con esas palabras, o acaso sólo se quedaron con las palabras, pero ya no las tendrán más porque Fernando partió de la empresa?

¿Acaso nadie es capaz de pensar en abstracto y poner en una balanza virtual todos los intangibles que poseía Fernando? ¿Acaso el tiempo marchitó todo ese conocimiento? ¿Acaso creemos eso? ¿Cómo se puede llegar a perder tanto sin aprender, objetivar, mentorizar, y explicitar tanta sabiduría? ¿O acaso eso no es pérdida?

Sólo sé que Fernando se fue, se jubiló, y ya algo más viejo y arrugado por fuera, fue dejado en la estantería de los hitos de la empresa.

El conocimiento en este país se pierde de modo exponencial, y con ello la eficacia, eficiencia, productividad, innovación y aprendizaje. ¿Cómo podemos dejar que el talento se nos escape? ¿Acaso no lo ve nadie? ¿Lo veis vosotros? Yo lo veo, ¿alguien más lo ve? …


3 comentarios:

  1. Hola Rober!
    Tema muy sensible el tema que abordas.
    Me permito retroceder incluso antes del momento de la jubilacion. La tasa de empleo de los mayores de 55 años en Francia es del 38%!(media UE 44%).
    Dònde va ese talento desaprovechado? Por qué no se valora a las personas de màs de 55 años?
    Mi opiniòn es que se debe encontrar un equilibrio entre juventud y madurez en una empresa.
    Sé que he ampliado el debate, pero a mi parecer va muy unido.
    Un saludo
    Javier

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  2. Hola Roberto, parece mentira que se puedan hacer tantas preguntas... si te sirve de consuelo yo con 28 años veo lo que tu ves, el talento se pierde, pero lo peor no es eso, lo peor es que se pierde y nadie en una empresa se da cuenta que se pierde.

    El año pasado por estas fechas estuve trabajando para una cotizada en la que el jefe de admininstración se iba a retirar en breve. El conocimiento que poseía este hombre sobre la empresa de toda la vida era descomunal, crees que alguien hizo algo para retener ese conocimiento, almacenarlo... lo único que se les ocurrió es poner codo con codo a su sustituto durante 6 meses a ver si se le pegaba algo.

    Y como este ejemplo, muchos... creo que es un verdadero problema la pérdida de conocimiento o de talento por parte de las empresas y que algún equipo directivo tiene que darse cuenta de lo valioso que es una persona en la que se han invertido 30 o 40 años de formación o vivencias de una empresa.

    Un saludo, Phoenix.

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  3. Gracias a los dos por los comentarios creo que estamos de acuerdo de la tremenda pérdida, quizás el reto es como siempre poner esa perdida en números para analizarlo desde la cuenta de resultados. Pero me preocupa especialmente incluso el talento que está en activo en las empresas y que pasa en muchos casos desapercibido, sobre todo cuando las organizaciones se basan más en el poder que en el talento. Gracias de nuevo por vuestros comentarios que siempre son bienvenidos.

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