domingo, 30 de mayo de 2010

UN POCO MÁS DE MIMO… EL PODER DE LOS HALAGOS

Si entendemos el halago como la “demostración de afecto o alabanza” quizás debiéramos pensar el uso que estamos haciendo de esta herramienta tan poderosa en la organización. Cuando un empleado hace un trabajo bien hecho, se suele decir que “es lo que se espera de él” o “se le paga para eso”… sin embargo, a mi no me salen las cuentas. Nuestra baja productividad nacional no concuerda ni siquiera con el trabajo bien hecho. Por lo que algo deberemos hacer mal y que seguramente no somos del todo consciente. De hecho, hoy os voy a proponer que igual lo que tenemos que revisar es precisamente cómo comunicamos a nuestros empleados que están haciendo bien su trabajo. Cuando en la empresa mencionamos el término “feedback” o retroalimentación, queremos decir que es interesante dar información al empleado de cómo lo ha hecho para que tenga ese espejo o retorno de su trabajo, independientemente de si es un trabajo excelente o un trabajo que requiere claras mejoras. Digamos que el término feedback es neutro, es un simple espejo. Y de ahí su potencia, pues informa en todo momento al empleado de su desempeño. No entraremos en cómo se da el feedback, un aspecto crucial que hace que algunas veces aunque el contenido sea bueno de felicitación, el modo no implique lo mismo.
Sin embargo el halago implica centrarte en las partes positivas del empleado para reforzarle en su trabajo, para fortalecerle y sobre todo, para saber reconocer cuando las cosas funcionan bien. De hecho, una de las quejas típicas de los empleados es precisamente que la organización no suele decirles nada cuando lo hacen bien (se ve que se supone, pero como ya comentamos, no es el escenario normal en este país), y sin embargo, cuando lo hacen mal, al contenido lo acompaña una forma algo poco estimulantes y corrosiva de la autoestima profesional.
En el curso que se hace en valencia de coaching ejecutivo por el centro europeo de coaching ejecutivo (www.centrocoaching.com) suelo dar el módulo de inteligencia emocional, y una de las técnicas que utilizo es durante esas 15 horas que compartimos el fin de semana con los futuros coaches de organizaciones, es precisamente que regalen a sus compañeros en pequeños papelitos (véase imagen) cualquier pequeño detalle positivo que le hayan observado. Al final del seminario, cada uno se va cargado de “regalitos” fortalecedores de la autoestima profesional, que aunque parezca un pequeño juego tiene un gran impacto y expectación. ¿Cuántos te han dado? ¿Qué han visto de ti? La curiosidad sana nos corroe por este tipo de cosas. Y es que en el fondo somos todos tan complejos y a la vez tan delicados.
Algunos profesionales hablan de decir desde dos a seis halagos al día, aunque estas cosas como bien se sabe, son más situacionales, es decir, se tiene que dar la experiencia situacional para que de modo genuino y sincero demos el halago. Pero como no tenemos práctica en estas cosas, pues como que tenemos que comenzar a levantarnos por la mañana y practicar a decir cosas positivas a la gente (repito de modo genuino y sincero). El efecto es realmente transformador. Y sobre todo y más importante, que cuando tenga que hacer algún comentario de mejora, no dañará la autoestima de su colega. Lo ha fortalecido suficientemente en el tiempo. Y es que todos tenemos y hacemos muchas cosas que merecen el halago, pero caen el cajón de lo “supuestamente esperado”. Rompamos ese círculo vicioso, pues la verdad es que no estamos acostumbrados ni a recibir ni a dar halagos.
Os pongo un vídeo que me ha pasado un talento que conocí hace poco y al que le agradezco de corazón haber compartido este maravilloso corto en dos partes conmigo. ¡Gracias Rocío! Y os propongo que a partir de ahora, tengamos esa mirada en la psicología positiva que construye confianza. Quizás podemos comenzar sencillamente haciendo un halago cada vez que vemos algo que está en su sitio y que nos parece profesional. Y comenzaremos a construir relaciones de confianza y sinceras. Y aunque alguno os pueda mirar con cara extraña la primera vez, ¡no lo dudéis! A la segunda o tercera, sencillamente vereis agradecimiento. Yo personalmente comienzo mañana…






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